El camino es cansado, que hay que hacerlo cuesta arriba y, de vez en cuando, es conveniente una parada por dos obvias razones, para recuperar fuerzas y para contemplar el entorno, porque el caminante tiene la vista esclavizada siempre a la observación del suelo en evitación de posibles accidentes.
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Es entonces cuando el diminuto mundo de los guijarros, el acotado espacio del sendero, queda abajo y la mirada tropieza con la magnificencia del paisaje…
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No hubiera sido posible sin esa aplicación a lo menudo, a lo que pueda parecer que carece de importancia, sin esa concentración en los pies, en la vulgar incidencia que lleva consigo cada paso.
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Y es entonces cuando la fatiga y la concentración reciben el premio y el mundo deja de ser trocha y cañada, guijos y poleo, y son cumbres que flirtean con las gasas de los cirros.
claro que si !!!
ResponderEliminarMágnifico!!! Levantar la vista es esencial...y tiene premio
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